Ese sistema tan malo

La universidad, tan grande, tan llena de gente, tan liberal... y tan mal pensada.

Qué tortura es pasarte meses trabajando, yendo a clase, preguntando, participando... y que lleguen y en unas horas se pueda ir a la basura todo eso. Unas horas en las que puedes ponerte enfermo, unas horas en las que puedes haber recibido una noticia horrible, unas horas en las que puede haber un golpe de estado... bueno, eso no tanto, pero, ¡no sé! No lo veo lógico ni justo.

Seguramente el que viene dos días a clase para pedir los apuntes lo ve super genial, pero yo no lo entiendo.

Real Love

Ayer por la noche, como es habitual en mí, me vi una película. Y como es habitual en mí, era romántica.

Yo, como buena Chica Disney que soy (ese término que leí en algún lado y que define a aquellas que nos educamos en el amor con Disney, haciéndonos creer para toda la vida que existe el príncipe y demás tonterías), adoro las películas románticas. Esas en las que siempre hay un beso al final, y un montón de imposibles que se vuelven posibles: desapariciones de ex horribles, bodas canceladas, aviones parados, cosas imperdonables perdonadas... En definitiva, esas cosas con las que sueño yo por las noches, a pesar de que sé que solo pasan en las películas.

La de ayer no tenía una filosofía distinta, al final hay beso. Pero la historia comienza con una filosofía distinta. La chica, está prometida con un chico perfecto y ha escrito un libro, llamado Real Love (Amor Real). Su idea, la que presenta a todas sus oyentes a través de la radio, es que el amor romántico no existe, que los príncipes azules sólo están en Disney. Les aconseja que se acerquen a alguien responsable, generoso/a y que les comprenda; y que no se dejen llevar por amores fugaces y pasionales, porque sólo les traerán problemas. ¡Qué mujer tan sabia! Vale, vale, parece muy obvio... ¡Pero es que ella misma acaba dudando! No os contaré que decide, pero os diré que podéis bajarla aquí y que se llama The Accidental Husband (Marido por Sorpresa).

No termino yo aquí, porque ya era hora de que hablara del amor, y como me he puesto, pues ya terminaré. Creo en la pasión, en la atracción y en el deseo, creo en gran medida y los veo necesarios para el amor, pero no creo que el amor sea eso. El amor es trabajo. ¡Sí! Menuda teoría romántica. Pero uno aprende a amar poco a poco. Descubre alguien que desea, que le atrae, y dedica sus pensamientos a esa persona, hasta que, si resulta que realmente tienen cosas en común, la ama. Así, al menos amo yo. Me cuesta llegar a amar (que no querer), le tengo que poner ganas. Por desgracia, olvidar un amor me cuesta el triple. Es más, a veces dudo de que llegue a olvidar de verdad. Pero no es la historia.

No busco, no encuentro. Simplemente lucho. Lucho por salir del cuento, por olvidar a mi príncipe, por mirar al frente y por poder ver la realidad. Aunque a altas horas de la noche, el sueño me vence.

El Dr. Jekyll y Mr. Hide

Ya dije una vez que yo soy como la noche y el día, y que mi afición es contradecirme. Pero hay momentos, en los que se torna todo mucho más siniestro.

Soy muy observadora, y tengo buen ojo para tomar la temperatura a cada lugar en el que entro. Descubro rápidamente que problemas hay o habrá, y si me provocan, me pongo a pensar soluciones. Y entonces no hay marcha atrás. Cuando yo tengo una idea, mi objetivo primordial es ponerla en marcha. Soy ambiciosa y controladora, cuando he aprendido como funciona algo, mi ilusión es manejarlo y organizarlo. En conclusión, soy un peligro. Y la mejor forma de evitarlo es mantenerme contenta.

Pero en el lado Dr. Jekyll, diré que no es con mala intención. No soy dictadora, ni torturadora, todo lo contrario, creo que el cariño es lo más importante para cualquier cosa, y que todo el mundo tiene grandes virtudes, sólo hay que saber encontrarlas y ponerlas por encima de sus defectos. Soy razonable, acepto los términos medios, y adoro las negociaciones. Y por aquello que quiero, puedo sacrificarme hasta límites insospechados, perder todo mi orgullo y dejar hacer a aquellos en quienes confío.

Al contrario de lo que muchos dicen de mí, yo no soy hipócrita ni falsa. Cuando algo no me gusta lo digo, y cuando me gusta también. Quizás más alto o más bajo, pero lo hago. Y cuando algo no me gusta, no lo suelo aceptar así como así, aunque a veces lo hago para evitar el conflicto. Pero no considero a eso ser hipócrita.

No hay en mí dos caras, sólo hay personas que no se han molestado en mirar más allá, tanto en lo bueno como en lo malo.

Gorda - Segunda Parte

¡Ya era hora! Os recuerdo que todo tiene un cómo y un porqué, y mi idea del porqué está aquí. Pero, porqué cambiar, fue lo que alguien preguntó cuando hablé de porqué se está gordo. Y entonces le respondí que le faltaba el cómo, el cómo es ser gordo.

Y es que lo siento mucho si alguno se compadece de mí, pero ser gordo, gordo de verdad, no de esos que se miran y dicen "Uy, me sobran unos kilitos" es una mierda. Y mucho más, nacer gordo.

Diré un tópico, pero en el colegio se meten contigo. Te miran con asco, se ríen de ti y no le gustas a ningún chico. Mientras todas las chicas encuentran sus primeros novios, tu escuchas como tu mejor amiga (si, la delgada) te cuenta como la besa el chico de tus sueños (ese que hoy toca en una banda pop de éxito).
Ir de compras es un suicidio para el ánimo, pues aunque te gusta este y el otro pantalón, no te entran ni te entrarán ni en una oreja. Y además siempre te eligen la última en los equipos de gimnasia (otro tópico, lo sé). Creo que no os cuento nada nuevo.

Voy a ponerlo más rencorosamente interesante. Tu padre te llama foca monje, y te dice que como sigas así no vas a entrar por las puertas. Tu madre te pone a dieta una y otra vez, esperando que no te la saltes nada más salir por la puerta. Tú lo intentas, pero ver que todo el mundo come duele mucho, así que caes una y otra vez. De todas formas adelgazas, lento, pero adelgazas. Te ves bien y todo. Pero echas de menos las bolsas de 3D. Te dicen que puedes comer de vez en cuando, y como "de vez en cuando" suena tan relativo, a la semana ya no hay dieta.

Sueñas con irte de casa y autoorganizarte para adelgazar, porque cómo lo organiza tu madre no te gusta. Sueñas con ser modelo de pasarela y tener un novio dulce. Pero abres los ojos y sigues tu solo y enorme. Y con el tiempo, asumes que nunca nada va a cambiar. Aunque en tu futuro con una gran casa, un gran trabajo y un gran novio, no sabes porque te sigues viendo delgado. Y a tu madre y a tu padre felices.

Pero sabes que el peso no da la felicidad. La pizza cuatro estaciones por el contrario, sí.

Ay, Obama

Ya era mi preferido cuando se peleaba con Hillary en las primarias, y es que para mí, en la política americana el partido demócrata es como el PP, y Hillary la "Espe" me olía a Esperanza Aguirre de modo increíble, por muy mujer que fuera.

Él, en cambio, me recuerda más a ZP (ya quisieran tanta izquierda, ¡já!) y es que me pasa como me pasaba en aquel 2004 lejano y pintado de colores, que me enamoro del Presidente cuanto más le miro. No sé que me pasa a mí con el poder, pero los políticos me encantan. Y es que además de tener el discurso tan lleno de nuevas ideas para un país que se merece un renacer urgente; tiene una sonrisa genial, de esas enormes y brillantes, que transmiten alegría y una elegancia asombrosa, así como de "quedo bien en cualquier lado".

Total, que si alguno conoce a un presidente soltero, que haga el favor de presentármelo.

Mi Disney

Estoy tontamente romántica hoy, y he recordado mi película Disney favorita. No es que sea fan de la compañía, pero aquella que me tocó de niña, fue, sin dudas, La Bella y La Bestia.

Recuerdo vagamente cuando mi madre me llevo al cine a verla, que el final me daba miedo verlo, y me tapé los ojos. Recuerdo con todo detalle, que un carnaval me quise disfrazar de Bella y mi madre me hizo un precioso vestido amarillo que me puse durante años y años para cenar, hasta que ya no me valía.

Y ahora, cuando escucho la canción principal, me emociono. Es cursi como ella sola, pero es tan tan bonita, y con esa moraleja tan genial, que nadie se aplica, que me fascina.

Canción sexy

La conozco desde hace bastante, pero no deja de encantarme, de meterse en mi cabeza y bailar en ella, de marcarme el ritmo, de darme ganas de cantar, de seducir, de provocar. En gran parte es eso, el ritmo, pero no se puede negar que es también ella, que besó a una chica y le gustó. Cuanta razón tiene en todas sus alabanzas al cherry chapstick, a la suavidad, y al perfume. Esta canción me hace plantearme porqué no me gustan sólo las mujeres, si los hombres no las llegan ni a la suela de los zapatos (de tacón, obviusly) en excitantes.

Y a pesar de todo, la pobre Kate Perry dice que no fue intencionado ni planeado, que sólo fue un beso inocente para probar. A mi no me las das con esas querida, no, no, no. Y a nota complementaría, vaya orgía de video que se da.

Crónica del solo

Solo camina, camina solo. A veces corre, a veces huye, a veces sonríe. Pero siempre solo. Solo desde que quiso no estar solo, porque uno solo esta solo cuando mira a su alrededor y pide a gritos un amor.

Y como quién la sigue la consigue, por muy erróneo que sea lo seguido, encontró un amor, un amor que sin duda no era el mejor, y que comenzó un círculo terrible que ya no parece tener fin. Un amor no correspondido, claro está, un amor que trajo el solo como el viento del norte trajo la nieve.

Tras él, otro. Con el objetivo claro de quitarse el solo de encima, como quién busca, encuentra, él encontró otro amor. Un amor que fue el mejor, y el peor. Un amor que traspasó tiempo, espacio y penas, un amor que incluso hoy, más tranquilo, más dulce, más lejano, se conserva. Pero no correspondido, eso sí, sino ya no tendría a solo.

La historia no termina, es más, parece que vuelve a empezar. Y mientras la nieve le tiñe el pelo, camina solo y de negro, pensando en si será capaz de cerrar el círculo, o si se dejará arrastrar por un nuevo amor, uno más para alargar el cuento, uno más para abandonar a solo, uno más para atarse más fuerte a el.