Retomo la entrada porque no me quedé agusto con el cierre. El que sea nuevo, que sepa que hay una y dos entradas más sobre este tema. Y hoy, que nosédónde hable de esto, pues voy a cerrarlo del todo. Como pequeña introducción: estoy gorda (no lo neguéis, que yo lo sé), se han metido conmigo por ello (en especial familiares y amigos), ir de tiendas es una tortura china, he hecho dietas con las que adelgacé, las abandoné, también hice ejercicio, también lo abandoné; como lo que quiero y cuando quiero, podría comer menos (como más que muchos, ciertamente), pero tampoco me paso la vida comiendo y desde luego pienso en mil cosas antes que eso.

Me siento gorda normal, mi vida es como la de cualquier otra persona de mis características. La diferencia es que yo pienso de más y no puedo soportar pasar toda la vida jodida (con perdón) por una cosa. Y la cosa, en este caso, es el peso. Que desde los diez años tu familia te diga que estás gorda y debes adelgazar marca. Que a los 15, muerta de ganas de dejar de ser el patito feo hagas una dieta creyendo que acabarás top model y la abandones tras cuatro meses porque necesitas comer algo rico de una maldita vez y lo necesitas ya, marca. Analizar anuncios, productos, vidas de todas las mujeres que te rodean y se creen gordas cuando no lo son, marca.

Un día, se te enciende la bombillita, y te das cuenta de que todo es un circo. De que ser gorda mola, de que las tres gracias son mucho más sexys que cualquier modelo y tú también. Así que mandas a paseo a tu familia, a tus amigos, a las tiendas y a la sociedad. Lo tendré chungo, pero al menos no voy a perder mi tiempo intentando cambiar algo con lo que nací. Tengo muchas otras más y mejores que hacer.