Familias

Todo el mundo, de un modo u otro, la tiene. Unos las tienen muy grandes, otros pequeñas. Otros las adoran, otros las odian. Las familias, que nos educaron, y que estuvieron a nuestro lado cuando no nos valíamos por nosotros mismos, los marcan de por vida.

Yo, como buena adolescente (a pesar de que me queda cada vez menos de teen), no puedo soportarles más. Me quieren, no lo dudo, pero a la vez me controlan, me censuran, y sobre todo me juzgan. Me juzgan tanto que ya no queda nada en mí a salvo para apreciar, ni ningún lugar al que huir. Quedo yo, toda la mierda que soy, y, como no, ellos.

Me pregunto cómo acabará esto. Mal, seguro.

Receta para conquistarme (por el estómago)

1 - Cómprese un paquete de tortellini de trufa blanca, como este.
2 - Úsese un sable de época (o en su defecto un cuchillo) para hacerle unas ranuras al envase.
3 - A mi no se me hace esperar, así que nada de cocerlos, introdúzcanse al microondas minuto y medio.
4 - Sáquense de la caja y sírvanse en un plato junto con una copa de agua y un postre de chocolate y nata, como este.
5 - Colóquense una señorita de ojos azules, pelo castaño y amor por La Oreja de Van Gogh y prepárese para ser amado al menos a lo largo de un día entero. Si desea efectos de mayor duración, repítase a diario.

Tómame de la mano


Diría cógeme, pero algún latino se reiría de mi, así que se queda en tómame.

Amo las manos. Es como una pequeña obsesión. Me encanta contemplarlas, tocarlas, besarlas… Siempre suaves, delicadas, con sus cinco deditos, tan cerca, tan fáciles de tomar, tan bonitas.

Alguna amiga mía se arrepintió de dejarme que la tocara la mano, porque luego me dolió en el alma devolvérsela. Parece ridículo, pero es real, me encantan las manos de las personas. Probablemente sea eso en lo que primero me fije en un hombre, es sus manos.

Y hablando de hombres, quiero uno que me deje robarle las manos y no devolvérselas nunca. A veces, de verdad que parezco psicótica.

Editado: A petición del público, foto de mis manos.

Gorda – Primera Parte

Esta será, quizás, una de las entradas de mi vida. Como aquella vez que hablé en mi space del egocentrismo (mis ideas quedaron totalmente aclaradas, aunque no solucioné el problema, pero esa es otra historia…). Y como lo grande (¡Ja! Empiezo bien) debe tener su espacio, dividiré la entrada en dos. La del porqué (que será esta) y la del cómo (que será otra, lógicamente). ¿Nunca escuchasteis que todo tiene un cómo y un porqué? Bueno, quizás es que no era exactamente así, pero da igual, voy a tema.

Porqué. ¿Porqué algunas personas están gordas? ¿Porqué si les disgusta no hacen nada para remediarlo? ¿Porqué es tan difícil remediarlo? ¿Se debe remediar? ¿Qué se espera del remedio? Puffff, mucho para empezar.

Hay personas que una vez fueron delgadas, pero esta vida tan dura de comidas rápidas, embarazos, televisión, ordenadores, sabrosos hidratos de carbono y coches, las convirtieron en gordas. Con suerte, antes de que eso pasara ya habían cazado una o varias parejas, habían vivido la vida, y su actual ocupación no requería de un gran físico más allá de caber por las puertas y no odiarse a uno mismo.
Pero, vamos con el otro lado de los gordos, los gordos por genética. Esos que tienen padres gordos, hermanos gordos, tíos gordos, abuelos gordos, y demás parientes gordos, y que por lo tanto, al nacer tuvieron que unirse al clan. Esos lo tienen peor, porque no saben lo que es ser delgado, y, con un poco de mala suerte, van a sentirse muy mal a lo largo de su vida. Pero eso es cosa del cómo, así que la dejo.

¿Y toda esta gente gorda? ¿Qué pasa con ella? ¿Les gusta estar así, son felices, se quieren? Con un poco de suerte, sí. Sobretodo si son gordos tipo uno, y añado, aunque debo decir que no creo que sea del todo cierto, más si son hombres del tipo uno. ¿Qué importa ser gordo cuanto tienes más o menos todo lo que necesitas en esta vida y además el canon de belleza no va contigo? Si son mujeres, probablemente les cueste más, ya que da igual los años que tengas, que no entrar en el vestido de cuando tenías 20 te dolerá mucho. No conozco muy bien el tipo uno. Creo que intentan hacer dietas si están a disgusto, adelgazan, quizás se mantienen un tiempo, pero cuando el tiempo sigue pasando, vuelven a engordar, porque total, para los años que nos quedan, disfrutemos de la comida no sea que nos muramos sin probar el último tipo de bombón que salió al mercado.

Pero vayamos al tipo dos. Nacieron gordos, vivieron gordos, y muy a su pesar, cuando dieron el famoso “estirón” adolescente no adelgazaron nada de nada. Os voy a contar un secreto, ahora que los idiotas que no les gusta leerme se quedaron en el tercer párrafo: Yo soy gorda del tipo dos. Si señoras y señores, así me lo han demostrado parientes cercanos, espejos y desconocidos por la calle. Y no, no tengo el síndrome de “soy mujer y siempre me veré gorda porque tengo paranoias mentales” (esas existen, os lo digo yo, que las he oído). Soy gorda de las autenticas, de las que les pesa el culo al subir escaleras.

Bueno, dejo ya de hablar de mí. ¿Por qué no hacen dieta los gordos, si no les gusta ser gordos? (añado lo último por si alguien es tan sumamente hipócrita como para decir que le gusta ser gordo, yo no le voy a creer, pero oiga, si se lo quiere creer bien por él) ¿Tan difícil es adelgazar? Pues mira tú que sí, que lo es. Ya sea con dietas inútiles de revista femenina (esas que tienen nombres de frutas y verduras y requieren inflarse a las mismas y luego ayunar como idiotas) o con un endocrino caro detrás de ti (malditos sean esos médicos), adelgazar lleva consigo un sacrificio muy duro, puesto que te limita uno de los mayores placeres de esta vida, comer. Comer, que en esta sociedad de consumistas ha dejado de ser simplemente una necesidad, para convertirse en un vicio más, no consiste en frutas, pescados y verduras, por muy ricas que estén (y no es irónico, a mi personalmente las verduras y las frutas me encantan, pero ni os molestéis en quitarme el hambre con eso), sino que consiste en azúcar, proteínas e hidratos de carbono. Y todo eso, engorda. Y como engorda, si quieres adelgazar, debes comer muchos alimentos que no quitan el hambre y pocos de esos que la quitan. En conclusión, si quieres adelgazar, vas a pasar hambre. Se puede pasar hambre un tiempo, claro que sí, sufrirás como un idiota, pero adelgazarás. Pero ¿y esa realidad tan horrible llamada “mantenerse”? ¿Vas a pasar hambre toda tu vida? Sólo de pensarlo me dan ganas de comer chocolate. Ale, ya hemos roto la dieta y volvemos a ser unos gordos tipo dos, de esos que si quieren ser delgados van a tener que pasar hambre de por vida.

Pero como me está quedando la entrada corta, vamos a retorcerlo más. Si tanto odia uno ser gordo, ¿porqué no hace el esfuerzo? ¿no merece la pena? Desde luego, la respuesta es no. Cuando un gordo adelgaza se cree que todo va a cambiar. Que su vida como delgado será perfecta, que todo el mundo le querrá y que todas las prendas de ropa le sentarán bien. Lo cual es una absurda mentira.
Por otro lado, es muy dicho, y puede ser cierto, que los gordos tienen un problema con la comida. Cuando algo sale mal, comen. Al adelgazar, no saben enfrentar el problema de otra forma y ya no sólo pasan hambre, sino que además no encuentran consuelo a ninguno de los problemas que les plantea la vida. Y esto no quiere decir que no sepan arreglar un problema, simplemente que el consuelo es la comida, el primer abrazo, el método para relajarse y pensar una solución ya. Quieren un abrazo, pero cómo a todos los seres del planeta les pasa, no siempre tienen quién se lo dé. Cómo gorda que soy, y como ser humano con el descaro suficiente como para pedirte algo encima que llegaste hasta aquí y leíste todo lo anterior, te tengo una pregunta, sobre todo si eres delgado, ¿cuál es tu consuelo? Porque igual hasta sale más barato que el mío y todo.

No me gusta ser mujer

¿Quién mierda inventó ese anuncio? Un hombre, seguro.

Empiezo a creer en la historia sagrada, de verdad. Porque sino, ¿cómo se explica tanto sufrimiento para las mujeres y ninguno para los hombres? ¡Eva no se comió una manzana, se tiró a la serpiente!

Sangre por todas partes, dolores horribles que sólo se pasan con pastillas que saben horrible y cambios de humor asquerosos y repentinos que te transforman derrepente en una persona totalmente distinta a lo que eres. Y no hablo ya del embarazo y el parto porque no conozco, pero se rumorea que no es agradable tampoco. La madre Naturaleza tiene un problema con las hembras del planeta, eso seguro.

Y al parecer, es un tema tabú para los hombres, que ni saben ni quieren saber. ¡Qué bien viven algunos! Un día de estos me extirpo los ovarios, porque total, para lo que los quiero...

El tour de las mil y una webs

Estoy registrada en demasiados sitios y todo por culpa de los seres que me encuentro por el camino, que van recomendando cosas y al final, tardo media hora en hacer tour diario revisando todo.

Mi tour comienza en Netvibes, web que es el amor de mi vida y que me recomendó Vito. En ella puedo meter los rss de un montón de blogs y fotologs (a los que yo, en mi eterna gana de ir por delante, llamo fotoblogs) que sigo, y así estar al día de las actualizaciones. También me registra el correo de Gmail (el que uso habitualmente), tiene un calendario con todos los cumpleaños de la gente que me importa, cuatro listas de tareas con diferentes cosas de diferentes sitios que no puedo olvidar, una lista de links que uso mucho (vamos, unos favoritos) y notas con con contraseñas que siempre olvido. Ese lugar es un imprescindible para mí, que no funcione me pone de los nervios.

A continuación, hago ronda por cosas de HL, lugar del cual ya hablaré en próximas entradas, así que me lo ahorro. Luego me paso por Tuenti, donde se reunen los jóvenes de España (¿os creíais que era los parques de los botellones? Ay, amigos, estáis desfasados), donde estoy por culpa de la gente de mi uni, y un poco por Marta, y donde tengo dos cuentas. Tuenti no me gusta en exceso, pero es que no tengo muchos contactos aún. Allí basicamente te registras, añades amigos, añades fotos, añades videos, añades texto a un miniblog, lo comentas todo, te lo comentan todo, y punto.

Seguimos a Facebook, y la culpa completa y total de mi registro ahí es de Matías. También tengo dos cuentas, claro, es lo que tiene llevar una doble vida. Facebook es un Tuenti mundial (qué raro suena eso), pero bastante más complicado. A mi me gusta un poco más que Tuenti, porque tiene más opciones (y tengo más contactos), pero son demasiadas opciones raras de jueguecitos para mi gusto. Y además hay demasiada gente (si, por mucho o por poco, yo me quejo).

La última ronda es para deviantArt (el lugar para subir imágenes artísticas, allí me llevo Anna, y aunque lo tengo un poco abandonado, me paso a subir mis fotos bonitas y me gusta, a pesar de que es un pelín complicado a veces), Hotmail (que se muera, paso por si un día llega algún correo a esas cuentas perdidas algo que no sea basura), el correo de la uni (otro de porquería, pero me paso por si) y las noticias de El País.

También tengo Fotolog, por culpa de Matías y Marta, con un nick muy bonito, y, aunque esa web funciona como la basura y esta llena de gente muy triste (los llaman floggers o algo asín), es un buen sitio para subir las fotos y mantener al día de mi vida a gente que casi no veo por msn. Obviamente tengo blog, ¿se nota, verdad?

Por último quiero hablar de un lugar en el que me registré por culpa de Ele, y que adoro, que es Twitter. El desahogo de moda y la forma de comunicación con muchos, un sitio fácil de manejar, accesible desde muchos sitios (si me lee alguien que no tiene, y se anima, le recomiendo que lo use con Twitterfox, para Firefox, obviamente, que es la cosa más cómoda del mundo). Simplemente escribir tonterías y leer las de otros, sin más.

Esto de las webs es un mundo alucinante, y eso que no me he parado a hablar del Dios Google...

Todos somos bisexuales

Ser o no ser, creer o no creer, caminar o correr, huir o seguir. La vida está llena de decisiones, unas más importantes que otras, unas más valiosas que otras, unas más relevantes que otras.

Todo esto comenzó por culpa de Marta (para los que conozca a Meb, no, ella no, otra Marta), que vio El otro lado de la cama, escuchó esa frase, y mientras hablábamos de términos profundos sobre el amor, nos la soltó a Álex y a mí.
Tiempo después, hablando de cosas similares, yo se la solté a Marco, y al parecer, con él, hizo efecto.

Y claro, tarde o temprano, olvidando el tema del amor, y centrándonos en cosas más mundanas, un día, hablando con Matías de "muchas cosas" (lo dejamos ahí, no sea que nos metamos en terrenos pantanosos), me soltó una de esas preguntas de las que no me olvidaré jamás. "Vos sos bi?" Directamente, sin anestesia ni nada. Lo pensé un rato, le dije "Creo que si" y lo seguí pensando hasta que logré quitar el "creo que" a la frase. Y así es como una termina, sin querer, volviéndose un colectivo, una causa, un derecho, una protesta, una ley... Un montón de cosas que no me interesan y que no soy. Además de descubrir, que ser homosexual en este mundo es mundo es muy confuso, y que por lo tanto, y hasta que las circunstancias no cambien o el tiempo y la pérdida de las distancias demuestren lo contrario, soy más bien tirando a heterosexual.

Carta a Mamá Noela y compañía

Como buena consumista que soy, yo ya tengo mi lista de regalos, que probablemente ya no varíe, y que este año es muy modesta, porque sé que no soy el orgullo de mi casa. Ahí van:

* Un monedero: Esté al parecer se lo puedo encasquetar a Mamá Noela, según ella. El mío está lleno de mierda y destrozado, hace falta un recambio pronto.
* Unas gafas de sol: ¡Soy el as de perder gafas de sol! Tenía unas muy bonitas que amaba pero se rompieron allá por febrero, y desde entonces voy perdiendo todas las que encuentro. Y es grave, porque mis ojos no son amantes de la luz, así que las necesito, y creo que Mamá Noela también se hará cargo de que las tenga (más que nada porque sin ellas no veo un pijo con el coche...)
* Una mochila: Si Laia lee esto (que seguro) no se lo creerá. Sí, cedí a la mochila para dejar de partirme la espalda, eso si, la quiero negra, obviusly. Ya sé que tengo una, por cierto, pero eso es una monstruosidad para cruzar océanos, no algo que sirva para ir a clase, hombre. Y como esto es más deseo de Mamá Noela que mío, pues ya sabe de donde va a salir.
* Un frasco de perfume de fresa: Esto me tocará autoregalarmelo con los fondos de Abuelos & Company. Al fin y al cabo es mi típico capricho navideño, como no puedo tener Barbies, pues me conformo con perfumes, oye. Eso sí, lo creáis o no, lo necesito, tengo el frasco en las últimas.
* Wifi en el sobremesa: Básicamente, buscar una sustituta a la antenita que mi padre se llevó hace unos meses y que quitó el internet fuera del portátil. Y como no creo que me vendan sólo la antenita, acabaré comprando una tarjeta inalámbrica entera y gastando un ojo de la cara... ains. Financiado también por mis Abus, que esperemos que tengan unas navidades generosas.
* Un disco duro: Esto lo quiero desde hace meses, porque me paso la vida con un triste pendrive de un triste giga, y no puedo sostenerme así. Pero para esto si que no creo que me de el presupuesto, que mis abuelos son generosos, pero no tanto, así que es posible que me quede con las ganas.

Soy peor pidiendo que un crío de 10 años, ¿eh? ¡Con lo que me gusta la Navidad a mí!

Historias de colores

Ayer fui a una obra de teatro que hacen los niños discapacitados del colegio donde trabaja mi madre. Suelo ir todos los años, no se porqué, son obras infantiles, pero muy bonitas, así que siempre voy. Pero este año, se llevo la palma.

La historia se llamaba El niño que tenía dos ojos, y era sobre un niño que, en un planeta donde todos tenían un sólo ojo mágico que veía a través de los objetos, en la oscuridad y demás magias; él tenía dos ojos, exactamente como los nuestros. Contaban como le rechazaban todos, como era un poco torpe y, como pensaba que por esa razón nunca podría servir para nada.
Pero al final, el niño descubre que, a diferencia del resto, con sus ojos ve todo lleno de colores. Y desde entonces, contaba las mejores historias, y todos le escuchaban.

Yo, que llevaba unos días haciendo bola de complejo, me di cuenta por fin, de que quizás no podré escalar grandes montañas, ni desfilar en las mejores pasarelas; pero, mis historias, siempre serán las mejores, porque están llenas de colores.

Entradas Perdidas

Me gusta escribir desde que me gusta leer, desde que me gusta soñar, desde que me gusta vivir. Por fortuna y por desgracia, ser tan especial, me hace no saber contar las cosas como los demás. Durante mucho tiempo, traté de ser una narradora, y fracasé, pero poco a poco, logré aprender que era lo que yo sabía realmente hacer.

Poemas tristes o apasionados, reflexiones sinceras e irónicas, cuentos mágicos.

Entradas perdidas es una recopilación de lo que a día de hoy es lo mejor de mi pasado escrito, de lo que leo apasionada, de los versos que dieron mil vueltas en mi cabeza, de los versos que me dieron durante mucho tiempo la vida. Tardaré un poco en terminar la recopilación, paciencia.

Pero no pretendo dejar que se muera, y si bien la poesía no ha sido mi vida en el último año, mi cabeza está llena de rimas, y cuando quieran salir, esta será su casa. Mientras, viviremos de los sueños del pasado.

Crónica del frío

Solo, siempre tan solo, aunque se mata por no estar solo, sigue perdidamente solo. Camina contra el viento y contra su propio corazón, se llena de frío y de calor, mientras escucha ecos inútiles, ecos que deben acompañarle, pero que le hacen sentirse aún más solo.

Sigue siendo el niño asustado que se muere por un abrazo, porque lo aupen, porque le ayuden. Y mientras gasta toda su energía en salir de eso, se da cuenta de que no encaja nada, de que él no debe ser de este mundo, porque sino, no entiende porque está, eso, terriblemente solo. A sus oídos llegan dos mil peticiones, para mil consejos, para mil ayudas, y, tratando de no agrandar su soledad, saca todo su amor, toda su fe, todas sus ideas, y las parte en dos mil trocitos, esperando no echarlas de menos.

Está tan cansado, y todo es tan absurdo. Detesta detestar, y que le detesten. Detesta no querer ser lo que algunos quieren que sea, detesta que por ello todo parezca perdido. Detesta que nadie entienda nada, que nadie piense nada. Detesta que haya, tanta nada.

Canción de perdón

Amaia, ¿porqué me haces esto? ¡Con lo feliz que era odiándote por largarte! Es tan bonita, con el tan lleno de emoción. Suena como si tuviera que escoger entre dos amores, como si se hubiera ido sin querer queriendo, como si... no sé. Suena dulce, a chocolate y fresas, a caricias, a amor. Simplemente me encanta. Y además se llama Tulipán, quién sabe por qué, pero a mi los tulipanes me atan a mi media persona, por lo que le da una magia especial. Así que, se ganó mi perdón, o casi.


(dejé también el link en el título, y por cierto, esto no es el videoclip, es que no existe xD)

Las tres personas que no se pierden nada

Quizás, si en una situación de crisis tuviera que escoger entre salvar mi vida, o la de otro, a día de hoy, salvaría la de otro, aunque le detestara con todo mi corazón. Vivir esta sobre valorado.

Pero, ¿cuáles son esas personas a las que confías todo? ¿Las personas con las que puedes hablar de cualquier cosa, con las que puedes mostrar todo de ti, a pesar de que sea horrible y vergonzoso? Yo tengo tres. O dos, y una a medias. No quiere decir que sean mis mejores amigos, ni mucho menos. Hay personas que quiero con todo mi corazón, y a las que les debo mi vida, pero a las que quiero demasiado como para preocuparlas con mis secretos más raros o asustarlas con mis manías más extrañas.

Yo, decía, tengo dos personas y media con las que puedo ser así. Media porque hay alguien con quién soy todo, pero en metáfora, entonces quizás, falta algo. Sólo él entenderá esto. Algunos no son así con nadie, otros con una, otros con más de tres... Y es algo que varía, pues a veces perdemos el contacto. No diré nombres, porque no quiero herir a los pocos que se pasen por aquí, pero diré que son una mujer, un hombre, y medio, claro.
Me pregunto si alguien se acordará de esa canción lo suficiente para que le chirríe en la cabeza tanto como a mí. Pero no es el tema.

El tema es que ayer, cuando yo andaba con mal de amores (por llamarlo de alguna manera), alguien que aún no me conoce lo suficiente, trató de darme consejos sobre como debía ser, para atraer más al sexo contrario, o más bien para no asustarlo. Y yo, aunque en silencio, me indigné.

Si algo fue mío desde antes de que tuviera un sueño, desde antes de que amara escribir, desde antes de que la soledad se hiciera mi amiga, fue el no cambiar por nada ni nadie. Todo lo distinto que haya en mí respecto a años anteriores es por mí. Por que lo vi y me gustó. Porque yo quise cambiar eso de mí. Pero yo, soy lo que soy. Una salida mental, una loca, una parlanchina, un trocito de pan, una desesperada, una sombra, una luz, el frío y el calor. Yo soy como soy, el tiempo me hizo así, y desde luego que ningún hombre me cambiará. No lo hicieron los malos años de soledad e insultos del instituto, no lo hará nadie. El que me quiera, lo tendrá que hacer por lo que soy, por lo bueno y por lo malo. Y por fortuna, los dos últimos años aprendí que hay personas que me quieren así, por lo que no debo ser tan insoportable. Así que a quién no le guste, que se de un paseo, y que no vuelva.

Canción para Valpo

Leire, su paraguas rojo, y Valpo no se vende. Así es el nuevo videoclip de La Oreja de de Van Gogh. Muy Amelié, muy colorido, muy alegre, muy me encanta.

El clin, el tengo tantas cosas y ninguna está en sitio, y sobre todo, Valparaíso, tan bonito como lo viví, tan bonito como lo caminé, tan bonito como lo sentí, tan bonito como lo recuerdo, tan bonito como es, tan bonito se ve en el vídeo, tan bonito se ve en mi corazón.

Cómo la vida es tan dura y los derechos de autor lo son más, nada de insertar vídeo, y mucho de ir a Youtube.

Cuéntame un cuento

Siempre me ha gustado leer. Empecé devorando todos los cómics que había en mi casa, la colección completa de Asterix y Obelix y la colección completa de Tintín. Luego, me dediqué a arruinar a mi madre comprando cada semana un libro naranja la colección de Barco de Vapor. Después llegó Harry, cuyas aventuras leí una y otra vez, hasta el día de hoy. Además, en el instituto me enamoré de las cosas que decía Dan Brown sobre la Iglesia, que para mí eran como la Biblia que buscaba y nadie me quería dar.

Que me obligaran a leer muchos clásicos me hizo sacar una conclusión muy clara de los autores más importantes del castellano. Son un muermazo. Lo siento, pero es así. Muchos se salvan. A pesar de que no llegué a leer entero El Quijote por muy obligatorio que fuera, y sólo lo medio leí entre resumen y resumen, me pareció una buena novela, y si, adelantada para su época. Pero no seré yo amante de las novelas hiperrealistas, aquellas de Galdós en las que todo era descrito por mil ángulos distintos, teniendo que avanzar páginas y páginas para que pasara algo relevante. Como le pasaba a Tolkien, que fue más fuerte que yo, lo mismito.

En cambio, con los poetas, me llevé una gran sorpresa. Amé a Rubén Darío y a su princesa, a Bécquer y a sus golondrinas, a Zorrilla y a su doña Inés, y a Machado, y a Lorca, y hasta a la orgásmica de Santa Teresa de Jesús. Fueron todos mi inspiración para escribir poemas de amor, de penas, de alegrías, del mundo, de la vida. Fueron ellos los que me enseñaron que hay un millón de formas de contar cosas, y que con metáforas, el mundo se ve mejor, aunque parezca lo contrario.

Cuando tenía 15 años, salió una colección de esas típicas de cada septiembre, en la que vendían libros de novelas románticas para mujeres jóvenes, de colores muy llamativos. La hice entera, leyéndola más o menos según salía (a libro por semana, y algunos no eran precisamente breves). Más de cuarenta libros con una trama muy similar, pero muy apasionante para una adolescente enamorada. Títulos que muchos tildarían de superfluos, como El diablo se viste de Prada (mucho antes de la película), El diario de Bridget Jones (la película ya estaba, pero yo no la había visto aún) o algunos mucho menos conocidos, como Sushi para principiantes de Marian Keyes. Los estoy releyendo y siguen apasionándome como el primer día. Gritando y riéndome cuando algo emocionante sucede, emocionándome cuando algo bonito ocurre. Será que sigo siendo, una adolescente enamorada.

Agua

Me ahogo de placer bajo la ducha. Es uno de mis vicios más tontos, más caros y menos ecológicos, pero lo siento, lo adoro. No hay forma para describir el calor por todo el cuerpo, el jabón suave, el olor rico, el ambiente relajante. Yo no quiero que me entierren, ni que me incineren. Si pudiera pedir, yo pediría que me hirvieran, porque debe ser esa la forma de llegar al cielo.

Y mira que hace tiempo que no puedo tocar la bañera, ni las sales, ni el jabón de fresa. Pero con el grifo de la ducha me quedo contenta. Le haría un altar al que inventó el agua corriente y la caldera, por muy atea que sea.

Nadando en la piscina, por cierto, se me ocurren mil ideas. Entre el cloro he inventado varias historias y unos cuantos poemas. Y mientras, maldecía que no existiera el papel y boli acuáticos, por que cuanto me duele pensar tanto y tan bien, para luego perder lo que pensé.

La cosa es que las penas y la rabia se ahogan, en lágrimas, o en agua caliente, pero se ahogan.

Crónica del negro

En la noche más oscura, donde todo era tan frío, pero a la vez tan bello, vestía azul y estaba rodeado de verde, se encontró con negro. Tan negro, tan negro, que siempre se había ocultado a sus ojos, pero que en el fondo, se escondía en lo más profundo de su interior, solamente que había preferido ocultarlo. Y allí, tan lejos de los brazos que tanto necesitaba, se abrazó a negro, y desde entonces, se hicieron eternos.

Negro, que se hizo más negro por perder a un amor. Negro que se hizo más negro porque no encontró blanco en ninguna cara. Negro, que tardo más de un año en dejar de serlo, y en volverse azul, a causa de la magia, de la realidad que la noche le ocultaba. Azul dulce, azul mágico, azul melancólico, azul curioso. Azul confuso, azul enamorado, azul amargo, azul brillante. Azul que a veces tiene matices rojos, azul que a veces se oscurece, porque donde hubo negro, siempre permanece. Azul que no se entiende, azul que se pierde, azul que se equivoca, azul que no tiene ganas de luchar, azul que se muere por poder amar. Azul que siempre viste de negro, para no olvidarse de la oscura noche de la que le trajeron.

Tendencias Suicidas

A veces decimos que nos queremos morir. A veces, incluso, no somos capaces de convencernos de que no, de que realmente no queremos. A veces, nos escondemos entre las mantas de la cama, para ahogar nuestras lágrimas, mientras en nuestra mente repasamos una y otra vez las razones por las que queremos seguir aquí, sin ser capaces de verlas. A veces uno se plantea si realmente tiene futuro, si podrá aguantar hasta que esté llegue, si tendrá suficientes fuerzas para alcanzarlo. A veces uno se pregunta porque el puente está tan lejos, y porque tirarse da tanto miedo. A veces uno se pregunta porque nació tan cobarde, porque sigue, porque no encuentra el valor para rendirse, si realmente es lo que su corazón le pide. A veces queremos ocultar la verdad, porque aprendimos a que estar mal, valga la redundancia, está mal.

No hay forma

Cuando en primero de la ESO llegué al instituto, y nos dijeron que debíamos escoger delegado de clase, me hizo una ilusión tremenda. Yo siempre había querido ser delegada, será que llevo el cargo público en la sangre, quién sabe.

Pero como la vida es muy dura, no me escogieron. En segundo, me volví a presentar, y aunque nadie de mi clase quería ser delegado, se presentó el más macarra para fastidiar. Y adivinar, ganó. En tercero me volví a presentar, pero como había cambiado de clase salió otra chica a la que conocían más. En cuarto... no recuerdo muy bien que pasó en cuarto, pero desde luego me presenté y no salí. Y en primero de Bachillerato tampoco. En segundo, al fin me hice con el trofeo, pero porque a nadie más le interesaba. En Derecho me presenté a la elección informal, pero como estaba visto que no me comía una rosca, a la elección de verdad no me presenté. Y este año... me presenté, y como siempre, perdí.

El día que gané algo, no se podrá decir que tengo mal perder. O al menos, que no experiencia como perdedora.
¡Cómo odio a Amaia Montero! Qué traidora que fue, que traidora que es, que ego que tiene para largarse así y dejar tirado a un grupo genial, con unas canciones fantásticas, unas letras increíbles y unas melodías impresionantes. Qué pretenciosa se muestra creyendo que puede igualar todo eso ella solita, con sus propias letras, y sus propias melodías. Hasta ahora, al menos para mí, no lo ha conseguido. Y al final, detrás de todo, se huele su miedo, porque al parecer a cambiado de look de forma impresionante para parecer lo que no es, una cantante solista de fóllame.

Pero aunque no lo parezca no venía yo a poner verde a Amaia, sino a reconocerle una canción, que, me guste o no, me gusta. Se llama Cuatro Segundos y lo atrapante desde luego es la letra. Quizás porque yo también ando buscando un amor que me diga que soy verdadera, una flor que me diga que ya es primavera, los cuatro segundos que ya no me quedan, y una forma de andar siempre a mi manera. O incluso, porque me muero por creerme eso de que hay imposibles que un día se cumplen sin darte cuenta. Lo cierto es que la cantaría horas, mientras las lágrimas recorren mis mejillas. Y eso que me suena a Fran Perea. Una pena que el resto del disco no sea igual. Bueno, no, de pena nada, que la den. Dejo la canción para bajar en el título y en Youtube.

Como el día y la noche

Soy como soy, aunque aún no sé como es eso. Y es que yo, otra cosa no tendré, pero desequilibrio para dar y tomar. A veces muy feliz y muy bien. A veces muy triste o enfadada y muy mal. A veces muy generosa, a veces muy egoísta. A veces muy ordenada, a veces muy desordenada. A veces muy delicada, a veces muy dura. A veces muy lista, a veces muy idiota. A veces muy sincera, a veces muy mentirosa. Y no varía esto en épocas, meses, semanas o días. No, esto cambia por minutos, horas y segundos. Basta una canción, unas palabras de alguien comprensivo (o alguien borde, según lo que se quiera) y todo cambia.

Soy inestable, de equilibro frágil, tropiezo a cada instante, a veces me levanto rápido, a veces tarde, pero hasta hora, nunca han logrado que no me levante.

Weekend

¡Cómo odio los fines de semana! Un acoso constante tareas para hacer, un montón de salidas por las que luego se me recrimina, unos días demasiado largos, unas noches demasiado tristes... ¡Qué ganas de que llegue el lunes y descansar! ¡Qué ganas de que llegue el martes y ver personas normales! Qué cansancio tengo y cómo me duele la cabeza... Que no os extrañe que los viernes, sábados y domingos os abandone. Qué nula es mi libertad.

Inventos para hacerse rico

Hace unos años, quería estudiar economía porque “el dinero movía el mundo” luego, el dinero siguió moviendo el mundo, yo di clases de economía, y me encantó. Me encantó porque tenía una profesora maravillosa que no sólo nos enseñó economía sino que nos enseñó, además de otras muchas cosas, el valor de las ideas.

Solemos ver en las noticias, gente que crea una web y acaba vendiéndola por miles de millones. Y quién dice una web, dice un diseño, o simplemente, la idea de un producto.

A veces, mis ideas me sorprenden, y me digo a mi misma que si las supiera poner en marcha, quizás yo también, me haría millonaria. Hoy escribí a los de Google y les sugerí algo que me encantaría tener en los blogs. Subtítulos para las entradas. ¿No sería muy útil? Ojala lo pongan.
Y también se me ha ocurrido otra cosa, esta vez para Twitter, aunque para eso no les escribí, porque debería hacerlo en inglés y me da pereza. Silenciar usuarios. Hay gente a la que aprecio un montón, y si me manda una respuesta quiero que me llegue, pero que no quiero tenerla las 24 horas al día con sus twitteos tontos. ¿Solución? Silenciarla, darle a un botoncito en el que sólo te lleguen sus respuestas. Esto ya está con los que no tienen los twitters protegidos, pero con los que los tienen, o les sigues para todo, o no les sigues para nada. Un rollo con solución, vamos.

Pero estas no eran las ideas que yo comentaba, sino otras más amplias, que no dejaré porque soy una desconfiada. Una ya me dijeron porque puede no funcionar, pero la otra… la otra cada vez me gusta más.

¡Qué pérdida de tiempo!

El amor, aquello que las películas, los libros, los programas y los anuncios de la tele nos hacen creer que es bello, perfecto, y que todos podemos llegar a vivirlo. Existir, parece que existe, aunque desde luego no es como lo pintan. Pero no tengo ganas de empezar a ponerme filosóficamente amorosa, al menos por ahora, y voy a pasar a los hechos.

Quisiera contar lo que espero que sea la absurda historia de cómo se pierde el tiempo por, en este caso, un chico, o ¿quién sabe si varios?. Pero como en esta vida loca yo tengo varias vidas cruzadas, no quisiera mezclar este lugar, donde mis dos vidas convergen, con los secretos escondidos de una de ellas. Así que, si alguien le interesa ver como se pierde el tiempo, que comente y me deje un correo/twitter/nick para lechuza y le enviarle el link.

Canción de Mañanas

La música; que para unos es la vida, sólo hablan de eso y quién no escucha su música no está en su mundo; que para otros muchos no es casi nada, la escuchan cuando toca y pocas veces la disfrutan; para mí, es como la huida a otro mundo, la escapada mental, la alegría o la pena temporal. Por eso, por las mañanas, como muchos otros, voy escuchando música. Música de esa que te hace dar fuerte cada paso que pisas, de esa que te anima a levantarte, aunque las razones se estén acabando, de esa que si no fuera porque el tren va lleno de gente, te haría cantar y bailar hasta agotar toda la energía que necesitas para ese día tan largo que te espera. Esas canciones se merecen un homenaje, aunque mañana ya no sean tan alegres ni suenen tan alto en el corazón. Así que inauguro sección, dedicada a lo que escucho cada mañana.

Hoy, Tarde de domingo rara, de Amaral. Mira que este grupo dejó de ser de mis favoritos hace mucho, pero esta canción, será por la batería, por el ritmo, por el Sinceramente da lo mismo, que importara quien pierde o gana, si nunca nos jugamos nada o por el ¿Qué esconden las palabras que decimos sin pensar? ¿De que hablan las canciones que no paro de escuchar? Dicen siempre lo mismo, dicen que mi inocencia, se ha perdido, y ya no hay vuelta atrás. La cosa es que es la leche, ahí os la dejo.

Huelga Estudiantil

Bolonia es algo que nunca me ha interesado. De esas cosas que siempre he dicho que me dan igual, que si me afecta ya lo viviré y que por mucho que hablen no lo veo para montar tanto drama. He oído más trabajo diario lo cual necesito a gritos. He oído microcréditos en lugar de becas, lo cual no veo tan mal, porque eso de gastar el dinero del Estado tan a lo tonto no me parece. He oído adaptación de los títulos a la UE y eso me parece espectacular. De todas formas, sólo he oído, y no me he informado mucho porque los datos están excesivamente tergiversados por ambos lados. Según dicen a mi carrera le va a tocar lo peor, por mi como si la suprimen, sinceramente, me da igual. Pero ese no es mi tema.

Mi tema es que hoy, por Bolonia o porque es jueves y los viernes casi nadie tiene clase así que cogemos puente, hoy, había huelga. Huelga como el jueves de hace un mes, por cierto, que también hubo huelga. Y si queréis hacemos apuestas a ver si a la vuelta de Navidad y exámenes hay más huelgas. Ya lo he dicho antes, a mi Bolonia ni me va ni me viene, pero que los estudiantes hagan huelga, es la cosa más estúpida que he visto nunca. Y me parece genial que el que no quiera ir a clase no vaya, que conste.

Faltar a clase, que se ha convertido en un deporte para todos, no puede ser una forma de protesta. No, si quieres que te tomen en serio, vamos. Y lo que ya es la repera, es lo que vi el otro día "Kalimoxada" contra Bolonia. Sin comentarios.
Si quieren que les tomen en serio, al menos, deberían de buscar otras formas de quejarse, por ejemplo, hacerse pegatinas contra Bolonia y llevarlas a clase (?) No lo sé, pero desde luego, así, damos la imagen de un futuro de vagos muy triste.

Crónica de un final

Camina revuelto en frío, tan solo y tan de negro como siempre, hacia el camino que le marcaron, porque es lo que tiene fracasar en tu camino, que te obliga a ir por el de los demás de nuevo.

Arrastrado por el mismo peso a la espalda (eso nunca cambia), piensa en volver a su camino, porque matar sus sueños es matarse a si mismo. La razón por la que se levanta por las mañanas, y por la que consigue el sueño por las noches, la razón por la que aguanta frío, calor, dolor y lágrimas, la razón de su existencia tantos años, no puede irse con el viento del otoño, como una hoja seca. Mirar hacia el futuro siempre ha sido su todo.

Que camino tan corto, antes lo era más, pero algún idiota decidió que había que andar un poquito más. No estaba preparado para todo aquello. Ahora parece que siempre lo supo. El futuro es para él, cuando aprenda que de verdad lo puede tener. Cuando deje de esconderse entre excusas, cuando una mala palabra deje de traerle lágrimas, cuando se vuelva valiente, cuando trabe amistad con la seguridad.

Llegando a su destino, cierra los ojos, no lo quiere ver. Y aun habiéndose convencido de que el futuro no murió, aunque sólo sea por no morirse de pena, no sabe si creerselo o sino, y ya no piensa en el como la razón de su existencia. Ya no piensa.

Como siempre, se queda esperando a que llegue el próximo tren, porque el que quería ya se fue, y trata de sonreír, de imaginar como el tren llega, y esta vez, se sube con la cabeza y, lo más importante, el corazón alto, lleno de toda esa confianza que perdió entre los rizos de una coliflor.

Luz

El hedonismo, que estupendo y que maravilloso es, cómo me gusta. Siempre he sido alguien a quien no le amarga un dulce y que siempre que tiene ocasión disfruta, pierde el tiempo y observa y vive las cosas bonitas, ricas, perfumadas, agradables, divertidas, suaves, y en definitiva, buenas. Es por eso por lo que tengo pensado hablaros de todas ellas. Y por empezar con algo atípico, os hablaré de la luz, o si os gusta más de las imágenes de postal que esta crea.

Tengo la suerte de vivir mirando la belleza de las montañas, los pueblos y los embalses. Sus atardeceres, sus amaneceres, sus nubes, sus nieves, sus fuegos artificiales y sus luces nocturnas. Todo visto desde la lejanía, desde las alturas, como tocado por el dedo de ese Dios en el que no creo.

Rayos de sol que se abren paso entre las nubes, creando luz entre las sombras. Pueblos cuyas luces tintinean en medio de la oscura noche, como parte del grupo de estrellas que los cubren. El sol, que al esconderse entre las montañas, tiñe todo de rojo, rosa, naranja y amarillo, dejando el cielo como el arco iris que tantas veces aparece cuando la lluvia y el sol se ponen de acuerdo. Y si miras arriba, ves como el día se convierte en noche, y como la mitad del cielo es azul oscuro, profundo y tenebroso, y la otra mitad, aún brilla en la claridad. El reflejo de las nubes en el agua y el del sol en la nieve, que crea una sensación cristalina y luminosa. Todo eso está delante de mi (y de todos si queremos verlo), y aunque muchas veces trato de capturarlo en mi objetivo, no siempre lo consigo, porque la luz, el brillo y la proporción que están viendo mis ojos, es claramente inalcanzable, incapturable e irreproducible. Siempre quedará guardarlo en la memoria.

Empezamos

Nuevo Blog, nuevo corte de pelo, nueva carrera, nuevo carnet de conducir… Empiezo a tomarle el gusto a esto de estrenar. ¿Por qué nuevo blog? Quizás porque el otro lo empecé con mal pie, porque empecé demasiadas cosas con mal pie, y empezar de nuevo suele ser más sencillo que arreglarlo. Mi otro blog me enseñó de que forma se me da bien narrar historias, cosa que nunca creí que sabría hacer. Mi otro blog no fue ni mucho menos el lugar en el que esperaba aclarar mis ideas, que hoy están aún más perdidas que entonces. Mi otro blog era una mirada a mi futuro, un futuro que hoy está escondido en el único rayo de luz de mi desordenada cabeza. Cerré el blog con la esperanza de que él, como otros muchos a los que defraudé, me perdone, y de que todo aquello que arrastró a su lado, quede cerrado.

Pero hoy, cuando por fin encuentro un ratito para escribir desde que la idea de un nuevo blog vino a mi cabeza, inicio este con la esperanza de que todo aquello que está en mi cabeza dando vueltas a cada instante, pueda acabar aquí, y no se pierda como se pierde mi tiempo para escribirlo. Porque no será por falta de cosas que decir, o por falta de amor por escribir, si no por falta de segundos, minutos y horas.

Hablaré, digo, escribiré sobre todo de mi, de lo que me gusta y lo que no, de lo que me pasa y lo que no, de lo que entiendo y lo que no. Por mucho que odie la definición, soy adolescente, y cada segundo que pasa me surgen más dudas y preguntas acerca de todo lo nuevo, y no tan nuevo que me voy encontrando en mi camino. El mundo que nos rodea puede ser muy raro, especial, bello y singular, pero en mi cabeza dan vueltas muchas tonterías. Pido perdón por todo lo egocéntrica que seré aquí, y también por las veces que me llevaré la contraria a mi misma. Probablemente, esta será la mejor prueba de mi imperfección.

Así que pasad, que, aunque esta sea mi casa, no me importa compartirla con vosotros.