La universidad hace pensar (yupi, objetivo cumplido). Miro a mi alrededor y descubro a unos 40 que no eligieron estas como su primera carrera. Algunos, suspiran apasionados con esta. Otros pasan de ella, cómo con la anterior.

¿Qué hacemos aquí, me pregunto yo? ¿Por qué no-estudiamos aquello que elegimos libremente? ¿Por qué pasamos de curso como idiotas, con alfileres y eternos septiembres? ¿A dónde vamos? ¿Con qué soñamos? ¿Soñamos acaso, con algo?

Estudiar una carrera es casi una obligación, todo padre cree que sus hijos deben ir a la universidad. Si no tienes una carrera, no eres nadie; te dicen. Si dejas la carrera, se asustan y no te dejan.

Qué mal sistema es ese que te deja libre y te cree responsable cuando no lo eres. Cuando estás ahí porque sí, porque no hay otra opción. Cuando has llegado asustado, cuando no sabes quién eres ni a donde vas ni de donde vienes. Ir a la universidad se ha vuelto un paso educativo y obligado más, ha dejado de ser una opción solo para aquellos que amaban estudiar. A la universidad ya no van los jóvenes, van los niños.

Algo debe cambiar. O se trata a los universitarios cómo a niños, o no se deja a los niños ir a la universidad. Me inclino por la opción b, dejemos de meter a quién no quiere en las facultades, dejemos de tutorear a los bachilleratos, dejemos de criar inútiles malcriados. Maduremos todos un poco (y que nadie dude de que me siento tremendamente incluida en esa frase).