Ya he dicho alguna vez, que yo tengo un leer ocioso. Y me indigna que por ello no se me considere buena lectora. A más de uno le he oído decir que Dan Brown o Ken Follet no son autores buenos, y que a quienes le gustan sus libros, es que no saben leer. ¡Já!

He leído (y leo) mil clásicos. Españoles e ingleses. Y sigo apasionada, y emperrada en leer tonterías. ¿Para qué voy a amargarme el trayecto en el tren con los dramas del mundo? ¡Ya tengo el periódico! A mi no, a mi me gusta leer novelas de amor, de poder, de sexo, de intrigas palaciegas y religiosas. Y si alguien lo considera una tontería, quizás tenga razón. Pero la realidad la vivo, cuando leo, quiero ficción.

No quita eso que lea apasionada e interesada, que devore un libro tras otro, que aprenda con lo que leo. Quizás no aprendo sobre las desgracias del planeta, pero si aprendo Historia, Arte o Religión (irónico en mí, lo sé).

La lectura es una afición más, y también es la mía. No la convirtamos en un deber o una forma de medir la inteligencia, o acabaremos odiándola.