¡Qué bonita es Slumdog Millonaire! De verdad, qué bonita.

Siempre odio las películas de los Oscars. Recuerdo El Aviador, que se me hizo eternamente aburrida, con ese Leonardo Di Caprio que quería ser algo más que una cara bonita. Tampoco puedo olvidar la tan desagradable y pesada Brokeback Mountain, que se pasó con el drama hasta provocarnos el sueño, y cuyas escenas de sexo no tenían nada de morbosas, sino todo lo contrario. Incluso El Curioso Caso de Benjamin Button, a pesar de lo bien hecha que estaba, me acabó cansando.

Pero ayer, ante la pantalla de unos cines en versión original, abrí la boca de asombro una y mil veces con Slumdog Millonaire. Voy a intentar no espoilear demasiado, pero si alguno la quiere ver, le recomiendo que deje de leer por si acaso, y se vaya aquí o al cine más cercano.

La historia (y que la película tenga argumento ya es importante, pues las hay sin él) ya de por sí es original. Un chico hindú, pobre y sin educación en el concurso de televisión más famoso del mundo (¿quién no conoce ¿Quién quiere ser millonario??), va acertando pregunta tras pregunta, y nos va explicando cómo logra acertarlas, tratando de defenderse de una acusación de trampas.

Muestra la vida mísera y desgraciada, pero desde un punto de vista feliz, divertido y pícaro, de ese chico que antes fue un niño huérfano que junto con su hermano se busca la vida como puede. En medio, una preciosa historia de amor, una banda sonora brillante y un montaje novedoso. El final, bailecito bollywoodiense incluido, simplemente perfecto. Os la dejo muy recomendada, porque a mí, me encantó.

Posdata: Debo confesar que cuando los premios eran mucho dinero (50 kilos -de pesetas- ya no es nada, por desgracia), yo era fanática perdida de ¿Quién quiere ser millonario? y de Carlos Sobera (¡Qué gran presentador es ese hombre!). Por tener tengo hasta el juego de mesa.