¿Os habéis dado cuenta de la gran diferencia que hay entre la prensa de pago y la gratuita? Todo aquel que usa el transporte público en este mundo a una hora mínimamente concurrida, acaba con un periódico gratuito o dos en las manos. Generalistas y nacionales en España conozco cuatro: Metro, ADN, Qué!, y 20 minutos. La mayoría de ellos acaban en mis manos a lo largo del día, y todos tienen una línea clara: fútbol, frivolidades y noticias de interés ciudadano. Pocas fotos de líderes políticos y titulares de sus peleas se ven, y muchas de protestas, problemas en los ayuntamientos e incluso estudios psicológicos sobre el trabajo, la familia o los jóvenes. Si queremos leer sensacionalismo gratuito no debemos dudar en leer Qué! cuyos titulares de portada un día de estos provocaran un infarto colectivo a todo el país. Lo bueno de la prensa gratuita es su cercanía, están llenos de noticias que interesan a la gente de a pie, liberándose en muchos casos de juicio político (que no siempre, ojo).

Pero el mundo no se mueve por regalar periódicos (repletos de publicidad, eso si -casi olvido mencionarlo-) y la oferta de uno a dos euros (cinco o seis si empezamos a sumar la típica película) no termina de hundirse. En la universidad regalan por la mañana casi todos los de gran tirada (el único que no he visto es La Razón) cada uno en su época: Empezamos noviembre con El Mundo, Enero con El País, Marzo con ABC y Público lo encuentras todo el año. Obviando tendencias (El País y Público a la izquierda y el resto en mayor o menor medida a la derecha), todos se inflan a temas políticos, en el peor de los casos olvidándose del interés periodístico de la noticia de portada y colocando lo que más les conviene ideológicamente, ya sea porque se lo han sacado de la manga o por que van por libre con sus investigaciones propias (que obviamente son mucho más interesantes que el resto de sucesos del mundo, donde va a parar). Ejemplos exagerados son Público y La Razón, cuyas portadas sensacionalistas provocan en el mejor de los casos risa y en el peor infartos equiparables a los de el Qué! La cuestión es que por estos hay que pagar (¡já!).

Tema a parte de los periódicos de pago son los "regalos", cupones, colecciones y demás tonterías para atraer al comprador. Visto como va el mundo, que somos pocos los amantes de las noticias en papel y muchos a los que les da igual la web que los periódicos pues hay que vender el producto sacando todo tipo de libros, películas y artículos de lo más extraño (aún me asombra sabe que la bici plegable de mi madre fue obtenida por acumular cupones de El País) a un muy bajo precio, en incluso como hacía Público, regalándolo (y yo rechazando el regalo: Qué no, que yo no voy a ver esta peli tan friki, guardársela para otro, a mi lo que me interesa es La Vitrina de Bob Pop -que tipo más genial, si alguna vez tenéis un Público leerla-).

Pero para prensa coloreadamente colorista la regional. Al menos aquí en la sierra tenemos tres o cuatro periódicos de cuyo nombre no quiero acordarme que hablan de las virtudes de los alcaldes, los partidillos de pueblos, las representaciones de los auditorios y las obras de las iglesias con un tono que roza lo cómico, por decirlo de alguna manera y lo paleto, por decirlo de otra.

En conclusión, el mundillo editorial de la prensa cada día cae más bajo, más parcial y más amarillo. Si quieres saber cómo esta la vida, léete todos los periódicos que robes en alguna facultad o acabarás perdido en el universo de los kiosqueros.