Llegan tarde (como siempre, que de verdad parecemos tontos, tanto tiempo en el planeta y todavía no vemos venir los problemas) los intentos para frenar una industria (la del cine y la de la música) que ya está abocada al necesario cambio y adaptación a Internet, cambio que como cada vez que hace falta un cambio se hará mal, a regañadientes y aumentando las eternas listas del paro españolas (que no avanzan por estas cosas, porque no somos capaces de adaptarnos). En fin, mi argumento número uno es: sí, la industria está en crisis (¡que novedad!), las descargas han cambiado el mercado, y eso traerá desempleo (y no precisamente desempleo para los cantantes y productores ricos, sino para el que trae cafés en la discográfica, que a menos ganancias por ventas, más recorte de personal). Menos uno (-1) para Internet.
Ahora, que no nos estafe nadie. Cada dos por tres vemos a un artista llevarse discos de oro, plata, platino, diamante y diversas joyerías por super ventas en cedés. Los récords de recaudación de las películas cada vez dan más miedo (más miedo incluso que lo que cuesta hacerlas). ¿Qué crisis es esta? Los precios, desde luego, son de crisis, de crisis histérica que te da de pagarlos, tanto en cine, como en música como en literatura. ¿Son esos precios reales o quién no debe se lucra con ellos, como pasa con los canons-hasta-para-mear de SGAE? ¿Es la inflación o las ganas de forrarse antes de que se les acabe el chollo? Sinceramente, y conociendo poco o nada la industria, me da que las ganancias están muy mal repartidas y no hay ninguna reinversión de las mismas en la industria (especialmente en la música, que realmente la necesita, ojalá dejen de gastar en abogados para ir contra la descargas y empiecen a pagar creativos que busquen soluciones al problema). Menos uno para Sinde (-1) y estamos empate.
Aquí, quién más quién menos es creador. Todos escribimos, componemos, fotografiamos, pintamos y demás actividades con pasión, y el sueño de muchos es vivir de ello. Que nuestras creaciones nos den de comer. Es lo justo, lo que la sociedad en la que vivimos nos ha enseñado, y lo que toca hasta que a Chávez se le crucen los cables, saque a los ejércitos y se instaure el comunismo. Estoy segura, además, de que pagamos con gusto por aquello que nos apasiona, ¿quién no quiere dar dinero a los artífices de esa canción que nos hizo enamorarnos? ¿porqué lo pagamos entonces? Quizás porque en este país el pícaro es el rey, se presume de ser obtener las cosas de gratis al margen de la moralidad, nos gusta ir contra las normas (que no las leyes, sino las normas no escritas del mercado y la sociedad) y disfrutamos estafando hasta a nuestro mejor amigo. Dejemos de ser tan hipócritas, mucha cultura libre pero bien que vivimos con fervor el capitalismo. Menos dos (-2) para Internet y para todo el país, que si dejáramos de defraudar a Hacienda y al INEM, las cosas nos irían mucho mejor.
Las webs de enlaces son mis fuentes de ocio, ¿porqué? Porque yo no tengo acceso a un televisor. Si quiero ver un programa de TV, me hago amante de las webs de la cadena que lo produce (que gracias a la TDT empiezan a subir todo a Internet) y si quiero ver una serie (en versión original subtitulada, obviamente) me voy a una web de descargas, y me la bajo. No me puedo comprar el DVD porque todavía no ha salido. No la puedo ver en la tele, porque además de que no tengo tele, hay muchas series que no llegan o llegan muy tarde a la tele. ¡Qué de cosas nos vamos a perder si no se pueden bajar más series! Qué poco inglés vamos a aprender, by the way. Las webs de descargas no solo traen música y películas gratis, sino series y películas que nunca llegan a España y versiones originales que no se ven en el cine (porque a los cines VOS llegan la mitad de los estrenos) [y aquí me planto, que si hay que a dar hostias a una industria absurda es a la del doblaje, que limita y destruye producciones originales -pero eso lo dejo para otro día-], descargar amplía nuestra visión del ocio, lo que tenemos nos limita, no prohibamos el multiculturalismo, por favor. Menos dos (-2) para Sinde y más mil para sean los usuarios los que decidan que ver y no los productores y directivos de cine y televisión.
Y esto, para mí es un empate (2-2) entre unos y otros. No hay una solución sencilla. Internet es un vacío legal eterno, su globalidad hace que sea imposible controlar lo que sucede en él. Pero su globalidad es la que nos hace más cercanos a lo que antes era inalcanzable, la que nos enseña lo que hace años no podríamos saber y la que nos hace crecer y mejorar hasta límites insospechados. A la hora de definir que es legal y que no en Internet no podemos depender de un gobierno de un país, es momento de unirse entre todos y garantizar que los derechos básicos (y no entraré en cuáles son esos) no se vulneran en Internet, pero despacito y con buena letra, sin censuras. La industria creativa debe cambiar y dejar de ser para ricos sin hacerse gratuita, el cómo debe buscarlo ella misma, o morirá en la gratuidad en la que se está abocando por momentos pero que no se moleste en buscar la solución en una ley, porque no lo logrará.
La ley Sinde es una locura en todos los sentidos, puesto que no solo está llena de ambigüedad (y con ello de arbitrariedad) sino también es una batalla perdida porque esta guerra ya está ganada, el poder lo tienen los usuarios, ya que al margen de las leyes, ellos son crítica, creación, consumidor y voz y no hay usuarios más cultos, creativos e inteligentes que los de Internet. No tengo ninguna duda en que obtendrán lo que quieren, solo espero que no sean irrealistas con sus reclamos (cómo está empezando a verse). Que la naturaleza reparta energía para tanta pelea dialéctica a la que me niego a sumarme, podéis estar o no de acuerdo, yo estoy dividida, por lo tanto cierro aquí el debate.
Posdata: ¿Ramoncín tiene vida?
1 comentarios:
Discrepo con que sea una batalla perdida, esta ley es una herramienta perfecta para quien ostenta el poder. La piratería y el daño a la industria no es sino una bonita excusa, que nadie se engañe.
Lo que se pretende ahora no es más que tener esa comisión con potestad para llevar a cabo el cierre de webs que ellos decidan unilaterlamente. Incluso orginalmente tenían la desfachatez de llevar a cabo este cierre sin intervención judicial alguna, cosa que tuvieron que rectificar. Ahora, un juez de la Audiencia Nacional se limitará a estampar su rúbrica, pero el proceso lo han llevado los de la comisión. Y una vez ejecutada la orden de cierre, el dueño de la web podrá reclamarlo (si tiene tiempo y dinero) en vía judicial. Y merced a que la orden de cierre proviene de la Audiencia Nacional, tendrá que apelar al Supremo (y me río yo del principio de independencia judicial, que queda muy bien sobre el papel pero no existe en la práctica).
Queda abierta la puerta para que la comisión extienda sus competencias, y pueda cerrar no sólo webs con enlaces a contenidos protegidos por derechos de autor, sino también a webs con contenido políticamente incorrecto, (páginas que critiquen posturas feministas radicales, por ejemplo), etc, etc. Incluso tiene potestad para ordenar a las empresas proveedoras de acceso a internet restringir el acceso a determinados dominios o IP's, haciendo imposible el acceso desde España a los contenidos que ellos no quieran que sean accesibles. En suma, una herramienta perfecta de control de la información, para mi totalmente semejante a la quema de libros en las hogueras nazis.
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