Ya dije una vez que yo soy como la noche y el día, y que mi afición es contradecirme. Pero hay momentos, en los que se torna todo mucho más siniestro.

Soy muy observadora, y tengo buen ojo para tomar la temperatura a cada lugar en el que entro. Descubro rápidamente que problemas hay o habrá, y si me provocan, me pongo a pensar soluciones. Y entonces no hay marcha atrás. Cuando yo tengo una idea, mi objetivo primordial es ponerla en marcha. Soy ambiciosa y controladora, cuando he aprendido como funciona algo, mi ilusión es manejarlo y organizarlo. En conclusión, soy un peligro. Y la mejor forma de evitarlo es mantenerme contenta.

Pero en el lado Dr. Jekyll, diré que no es con mala intención. No soy dictadora, ni torturadora, todo lo contrario, creo que el cariño es lo más importante para cualquier cosa, y que todo el mundo tiene grandes virtudes, sólo hay que saber encontrarlas y ponerlas por encima de sus defectos. Soy razonable, acepto los términos medios, y adoro las negociaciones. Y por aquello que quiero, puedo sacrificarme hasta límites insospechados, perder todo mi orgullo y dejar hacer a aquellos en quienes confío.

Al contrario de lo que muchos dicen de mí, yo no soy hipócrita ni falsa. Cuando algo no me gusta lo digo, y cuando me gusta también. Quizás más alto o más bajo, pero lo hago. Y cuando algo no me gusta, no lo suelo aceptar así como así, aunque a veces lo hago para evitar el conflicto. Pero no considero a eso ser hipócrita.

No hay en mí dos caras, sólo hay personas que no se han molestado en mirar más allá, tanto en lo bueno como en lo malo.