Solo camina, camina solo. A veces corre, a veces huye, a veces sonríe. Pero siempre solo. Solo desde que quiso no estar solo, porque uno solo esta solo cuando mira a su alrededor y pide a gritos un amor.
Y como quién la sigue la consigue, por muy erróneo que sea lo seguido, encontró un amor, un amor que sin duda no era el mejor, y que comenzó un círculo terrible que ya no parece tener fin. Un amor no correspondido, claro está, un amor que trajo el solo como el viento del norte trajo la nieve.
Tras él, otro. Con el objetivo claro de quitarse el solo de encima, como quién busca, encuentra, él encontró otro amor. Un amor que fue el mejor, y el peor. Un amor que traspasó tiempo, espacio y penas, un amor que incluso hoy, más tranquilo, más dulce, más lejano, se conserva. Pero no correspondido, eso sí, sino ya no tendría a solo.
La historia no termina, es más, parece que vuelve a empezar. Y mientras la nieve le tiñe el pelo, camina solo y de negro, pensando en si será capaz de cerrar el círculo, o si se dejará arrastrar por un nuevo amor, uno más para alargar el cuento, uno más para abandonar a solo, uno más para atarse más fuerte a el.
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