Yo no tengo fe en el futuro, ya lo dije una vez. No significa que todo me de igual, pero no me ato a nada demasiado y asumo que todo lo que tengo puede desaparecer sin que me de cuenta incluso aunque luche por mantenerlo. La vida me ha hecho así, y no me parece algo triste, ¿sabéis por qué? Porque a día de hoy no espero nada de la vida más que una cosa: que me permita reírme siempre.

Reírme, cantar, comer chocolate, sentir la lluvia y el viento en la cara, bañarme en agua caliente, taconear, enseñar una pierna, tocarme, leer algo maravilloso, escribir algo que me creo que es maravilloso o aprender algo nuevo, desconocido y fascinante es lo que da sentido a mi existencia.

Soy hedonista, mi felicidad no se basa en un sentido, en un objetivo, en un sueño, en un amor o en una carrera (que no quita que tenga algunas de esas cosas). Mi felicidad se basa en las pequeñas cosas y a día de hoy, a no ser que me venga la regla, soy el ser más feliz del universo.