Yo no tengo fe en el futuro, ya lo dije una vez. No significa que todo me de igual, pero no me ato a nada demasiado y asumo que todo lo que tengo puede desaparecer sin que me de cuenta incluso aunque luche por mantenerlo. La vida me ha hecho así, y no me parece algo triste, ¿sabéis por qué? Porque a día de hoy no espero nada de la vida más que una cosa: que me permita reírme siempre.
Reírme, cantar, comer chocolate, sentir la lluvia y el viento en la cara, bañarme en agua caliente, taconear, enseñar una pierna, tocarme, leer algo maravilloso, escribir algo que me creo que es maravilloso o aprender algo nuevo, desconocido y fascinante es lo que da sentido a mi existencia.
Soy hedonista, mi felicidad no se basa en un sentido, en un objetivo, en un sueño, en un amor o en una carrera (que no quita que tenga algunas de esas cosas). Mi felicidad se basa en las pequeñas cosas y a día de hoy, a no ser que me venga la regla, soy el ser más feliz del universo.
3 comentarios:
Olé
No serías tú si no escuchásemos tu risa con cada paso.
Si te asomas a un mirador de la Sierra (Pongamos, como ejemplo fortuito, de Soto), tan sólo verás pequeños prismas y trozos de lo que parecen ser telas verdosas, mantos de hierba y vegetación.
Sin embargo, si bajamos de la montaña y recorremos las calles de ese pueblo, observaremos los detalles.
Oh, sí, el mundo de los detalles. De las pequeñas cosas.
(Sí, es el comentario más largo de tu vida. Ya paro con mi metáfora infinita).
Helenismo :P
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