Camina solo, y de negro. El camino es corto, como todos los caminos que hace últimamente. Aprendió que los caminos largos son ambiciosos, que es mejor ir paso a paso. Su destino, como su camino, no es perfecto, pero está bien.

Cierra los ojos y recuerda cómo ahora hace un año tenía ganas de volar, de conseguir imposibles, de llegar más lejos que nunca. Cierra los ojos y piensa en lo que logró y lo que perdió. Ahora va con la misma ambición. O no, con mayor. Pero no pisa tan fuerte como antes, porque sabe a la vuelta de la esquina puede haber una sorpresa.

Sonríe porque, pase lo que pase aún le late el corazón. Tiene miedo a perderse ahí también, por aquello de que no hay dos sin tres, y porque solo es una nube negra, pero gran compañera. Porque los océanos siguen siendo horribles, porque no quiere que vuelva a dolerle el alma. Ojala estuviera aquí su guía y su abrazo, para decirle que todo irá bien, que el miedo va a desaparecer.

Cierra los ojos, y en su camino corto, en el silencio de su solo, siente cómo late su negro corazón que quiere volver a teñirse rojo pasión.