Había oído tantas halagos para "Tiana y el sapo" que me moría por saber si realmente Disney iba a dejar de estafar a las niñas realmente, o lo de la princesa independiente era una artimaña publicitaria. Segundos después de terminar la película, os voy a lanzar el spoiler y la realidad: una vez más, Disney enseña la lección equivocada.

No sé quién es el genio que se creía que el error de las películas Disney era decirle a las niñas que el único objetivo en la vida debía ser casarse con un príncipe. No digo que no sea ese el error, pero es que hay mucho más junto a esa idea y todo ese mucho más está aún en Tiana. Es una princesa pobre con sueños, lucha por ellos, cree que el trabajo es lo esencial y no está interesada en buscar marido como su antagonista (Lottie), pero, la moraleja de la historia es: lo que necesitas, no es lo que quieres, lo que quieres es un restaurante, lo que necesitas es UN PRÍNCIPE. Tiana se casa con el príncipe (que por cierto de la noche a la mañana pasa de mujeriego a enamorado, otra terrible lección para las niñas: enamórale y cambiará) y únicamente consigue su restaurante cuando se ha casado y él (aquel tipo vago que no sabe mi picar una seta) la ayuda.

Dejarme que me ría. La princesa será negra (tras 45 años desde la aprobación de los derechos de los negros en EE.UU. creo que ya era hora, no celebremos algo que llega MUY tarde), la princesa querrá un restaurante y la princesa querrá trabajar, pero la realidad es que hasta que no tiene al príncipe no logra nada de eso y que todo el mundo la dice que debe tener un príncipe a su lado. Me siento tan estafada. Nada cambia en este mundo de valores superfluos e irreales, las niñas seguirán muriendo por un príncipe, sin saber que los príncipes no existen.