Ayer fui a una obra de teatro que hacen los niños discapacitados del colegio donde trabaja mi madre. Suelo ir todos los años, no se porqué, son obras infantiles, pero muy bonitas, así que siempre voy. Pero este año, se llevo la palma.

La historia se llamaba El niño que tenía dos ojos, y era sobre un niño que, en un planeta donde todos tenían un sólo ojo mágico que veía a través de los objetos, en la oscuridad y demás magias; él tenía dos ojos, exactamente como los nuestros. Contaban como le rechazaban todos, como era un poco torpe y, como pensaba que por esa razón nunca podría servir para nada.
Pero al final, el niño descubre que, a diferencia del resto, con sus ojos ve todo lleno de colores. Y desde entonces, contaba las mejores historias, y todos le escuchaban.

Yo, que llevaba unos días haciendo bola de complejo, me di cuenta por fin, de que quizás no podré escalar grandes montañas, ni desfilar en las mejores pasarelas; pero, mis historias, siempre serán las mejores, porque están llenas de colores.