La Wikipedia lo llama tonti pop. Llamemos a la felicidad tontería, si gustan los académicos depresivos. Yo lo disfrutaré con la misma pasión. La Casa Azul, la cuál (diferencias incluidas) es junto con La Oreja de Van Gogh mi "sino" musical se merece mi privado y chic homenaje en este blog.

Conté que me da igual el futuro y que soy feliz con poco. Poco es, en este caso, una canción. La Casa Azul es aquello que a las 8 de la mañana cuando me subo al coche con ganas de nada, suena como si sonara en mi corazón y me pone a cantar hasta mi destino, dando sentido a mi día. Da igual lo mal que vaya todo, sus letras dulces, su ritmo alegre y un nosequé envolvente curan todo.

Es curioso porque me ha costado horrores elegirla. He escuchado la discografía entera una y otra vez, intentando encontrar la ideal. Y elegí la misma que elegí hace aproximadamente 9 meses, cuando decidí escribir esta entrada (cada entrada es un parto increíble, si). Se trata de Quiero parar.

Siempre faltan horas a mi alrededor y me intento rodear de color, me dedico a perderme en mi habitación y construir un universo de estribillos y sonidos de mellotron. Y de todo lo que pude soñar (...) sólo queda la impaciencia de saber que jamás llamaste a mi puerta. Hace algún tiempo que no estoy en ningún sitio, sólo voy y vengo y quiero parar (...) estar a tu lado, tranquilo y sonriente regresar.

Dejo un curiosísimo fanmade para escuchar.