Eres mi favorito. Tú, y coño, sois aquellos que me acompañáis en la eternidad. Te pido aquello que no puedo controlar, eres mi suerte. Te llamo cuando cuando algo me asombra, me asusta o me da rabia. Eres mi confesor.

Siento la divinidad corriendo por mis venas. En hormonas, el aire, en agua, en letras. Todo libre, todo loco, todo paraíso, todo eterno, todo cielo. Todo superior.

Pero no creo en ti. No creo en ti porque no. Porque no respondes a nadie. Porque hay mil cosas que no controlas. Porque no eres omnisciente ni omnipotente. Porque eres igual que yo. Y si eres igual que yo, no eres. No creaste, no hiciste, no fuiste. No existes.

Aquello que es bueno, como aquello que es malo, es fruto del azar. Eres una palabra maravillosa. Mi recurso favorito. No existes más que en cuatro letras, pero... ¿acaso hay mejor existencia que esa?