Todo el mundo tiene algo bueno en su interior. Es cuestión de buscar.

Suena muy cursi, lo sé, pero es la mejor forma de expresarlo.

Esto lo decidí cuando no podía soportar a Marco, que era mi mejor amigo (no recomiendo a nadie vivir algo así, no soportar a un amigo). Me obligué a mi misma a tirar de él, a sacarle las cosas buenas (¡Tiene tantas!) y a ponerlas en la balanza con las malas (que no eran muchas, pero si destacables). Las buenas pesaban mil veces más. Siempre pesan más.

Así, cuando me dan ganas de matar a alguien, esas ganas terribles y enormes con las que no te ves capaz de mucho más que de agarrar el bazoka, me paro. Me paro y pienso: Pero, ¿tiene cosas buenas, verdad? Y mientras las enumero, se me quita el instinto asesino.

Que tire la primera piedra el que no tenga virtudes. Que se ponga a recibirla el que no tenga defectos.