Me pregunto si alguien se acordará de esa canción lo suficiente para que le chirríe en la cabeza tanto como a mí. Pero no es el tema.

El tema es que ayer, cuando yo andaba con mal de amores (por llamarlo de alguna manera), alguien que aún no me conoce lo suficiente, trató de darme consejos sobre como debía ser, para atraer más al sexo contrario, o más bien para no asustarlo. Y yo, aunque en silencio, me indigné.

Si algo fue mío desde antes de que tuviera un sueño, desde antes de que amara escribir, desde antes de que la soledad se hiciera mi amiga, fue el no cambiar por nada ni nadie. Todo lo distinto que haya en mí respecto a años anteriores es por mí. Por que lo vi y me gustó. Porque yo quise cambiar eso de mí. Pero yo, soy lo que soy. Una salida mental, una loca, una parlanchina, un trocito de pan, una desesperada, una sombra, una luz, el frío y el calor. Yo soy como soy, el tiempo me hizo así, y desde luego que ningún hombre me cambiará. No lo hicieron los malos años de soledad e insultos del instituto, no lo hará nadie. El que me quiera, lo tendrá que hacer por lo que soy, por lo bueno y por lo malo. Y por fortuna, los dos últimos años aprendí que hay personas que me quieren así, por lo que no debo ser tan insoportable. Así que a quién no le guste, que se de un paseo, y que no vuelva.